viernes, 20 de diciembre de 2013

Ganador del Domingo Santos 2013

Sabéis que soy un tipo parco y estas cosas me incomodan, así que ahí va lo esencial. He ganado el premio Domingo Santos 2013 (ex aequo con José David Espasandín García) con mi relato Artículo 45.1, entre las 460 obras enviadas al concurso. Muchas gracias al jurado y a la organización, y ánimo a todos los participantes.

Hala, ya. Proseguid con vuestra vida.

Versión larga

Venga, vaaaale.

Podéis imaginaros la emoción que hace recibir un galardón inesperado, y más con el prestigio del Domingo Santos (cierto, no es el Planeta, pero al menos es más limpio). Que sí, ya sé que toda elección es subjetiva y que lo mismo podía haber ganado otro relato. He sido jurado literario en alguna ocasión y conozco de primera mano lo complicado que es decidirse, más aún entre tantos presentados, cada uno de su género y con su estilo, tan difíciles de comparar. Pero la ilusión de descubrir que has ganado no te la quita nadie. Y más en directo, porque verlo en un mail que encuentras de pronto en tu bandeja de entrada es una cosa, pero ahí en la cena de gala de la Hispacón, la cosa cambia.

Si ya de por sí soy de naturaleza nervioso, en ese momento más. Para colmo era el primer premio de la velada (y mi primera Hispacón, por supuesto), así que no tenía ni idea de cuál era el proceder habitual, si entregaban sólo el diploma o algo más (igual quedaba feo ponerme a pedir la pasta ahí mismo), si había que decir unas palabras, esas cosas que ahora parecen irrelevantes pero que en esos instantes te colapsan el cerebelo.

Al final no nos pidieron ninguna declaración, quizá porque éramos dos o tal vez porque esa es la costumbre. Por un lado bien, no era cuestión de demostrar aún más mi estado mental alterado. Pero por otro, me quedé con las ganas de agradecer a Litopedion su amago de presentarse al concurso que me dejó solo ante el peligro, una arriesgada estrategia que de algún modo surtió éxito .

Así que nos hicimos las fotos de rigor con el diploma y regresé a mi silla, donde recibí los parabienes de las gentes de bien que me rodeaban. Sé que puede haber causado cierta extrañeza que no revelara a nadie (salvo a Misne, claro) que era finalista del concurso, pero tenía mis motivos. Primero, porque en la lista de finalistas aparecíamos con pseudónimo y no era cuestión de que me descalificaran por destaparme (yo soy muy escrupuloso en esas cosas). Y segunda y principal razón, porque así me quitaba de encima toda presión: si salía elegido, genial; y si no, pues revelaba que había sido finalista y mira qué bien.

Era, dicho sea de paso, la primera vez que me presentaba. Y no creo que vuelva a hacerlo, para mantener así un índice de éxito del 100%. ¡Superad eso si podéis!

Artículo 45.1

Ah, sí, el relato. Veamos, podría definirlo como cifi próxima, o más bien ficción de anticipación. Es decir, que se sitúa en un futuro indefinido pero muy cercano temporalmente, sin apenas cambios tecnológicos pero sí legales. Como puede deducirse de inmediato, el título está inspirado en Fahrenheit 451 y posee ciertos elementos en común con esa maravilla de Ray Bradbury, pero básicamente gira alrededor de mis preocupaciones respecto a los nuevos soportes digitales para la cultura. La idea surgió reflexionando sobre la dicotomía planteada por Neil Postman en su famoso ensayo Amusing Ourselves to Death, donde se pregunta si el futuro que nos espera se parecerá más a la distopia de 1984 o a la otra, más sutil y seductora, de Un mundo feliz. Vaya, que por falta de influencias clásicas no será.

¿Cuando podréis leerlo? Honestamente, no lo sé. Las bases del concurso establecen que cedo los derechos por un año, y por lo que hablé con los representantes de la AEFCFT hay un interés claro en publicar no sólo estos dos relatos, sino otros premiados de años anteriores que resultan difíciles de conseguir hoy día, pero no hay nada definitivo. Os mantendré informados.

Vaya además desde aquí mi felicitación a José David, aunque parece que no frecuenta el mundillo y me da que será difícil volver a coincidir con él. Por cierto, "ex aequo" significa empatados, no "desde el caballo", como alguno pudiera pensar.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Hispacón 2013

El pasado domingo Misne y yo regresamos de la Hispacón, la convención anual de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror, que en esta ocasión se ha celebrado en Quart de Poblet, a las afueras de Valencia, durante el fin de semana del 14 y 15 de diciembre.

Era la primera vez que asistíamos a un evento de estas características, por lo que me cuesta valorar si cada aspecto era habitual o particular de esta edición. Por ejemplo, el pack de bienvenida contenía libros recién publicados, impresionantes (el PVP de cada uno superaba el precio de la inscripción, ¡y regalaban seis por persona!), pero me han dicho que era el primer año que se veía algo así.

Nuestro objetivo principal en este viaje era aprender: ver cómo son las cosas, conocer a la gente, y ya que estábamos, pasarlo lo mejor posible. También porque aparecía un relato mío en Visiones 2012, que se iba a presentar allí. Y por supuesto, lo que acabó de decidirnos fue enterarnos de que era finalista del premio Domingo Santos, aunque estaba convencido de que no lo iba a ganar, habiendo candidatos con mucha más experiencia. En definitiva, la idea era perder la virginidad en lo que a hispacones se refiere.

Así que el viernes por la tarde, con cielo encapotado y lluvia intermitente pero intensa, nos pulimos cuatrocientos kilómetros en el coche, llegamos al hotel (otra odisea, luego os cuento) y tras un reparador sueño nos dispusimos a buscar Quart de Poblet y la casa de cultura donde se celebraba la inauguración, con espíritu de auténticos guiris despistados, mapa en mano y pensando instintivamente que el metro siempre circula por la izquierda.

Quart de Poblet

Es imposible asistir a todo lo que ofrece una Hispacón, primero porque hay diversas conferencias y presentaciones simultáneas (y la bilocación no nos acaba de salir bien), pero además porque entonces uno no disfrutaría del entorno y tampoco es plan. Fuimos a la conferencia inaugural de Rafael Marín, pecando quizá de ingenuos porque todo el mundo fue primero a inscribirse y hacerse con el pack de bienvenida, aunque la verdad es que libros de regalo no faltaron, al contrario. Impresionante la generosidad de las editoriales colaboradoras.

La charla de Marín estuvo interesante, ofreció una amena visión de cómo eran las cosas en el fandom hace 30 años y por qué sigue siendo importante verse en persona cada año. Emotiva, aunque reconozco que a mí esas experiencias me pillan muy lejanas. Dicho sea de paso, me preocupó ver la sala tan vacía, una apreciación que mantuve a lo largo de toda la convención. No sé cuánta gente fue, pero creo que falló el público, porque prácticamente todos los asistentes pertenecían ya al mundillo de la literatura de género. De hecho, en los bares de Quart nos preguntaban por qué había tanta gente por allí en fin de semana, y algo parecido le ocurrió a algún despistado que se pasó por el centro de juventud.

Quizá la conferencia más interesante a la que pude asistir fue la que versaba sobre Philip K. Dick, impartida el sábado por la mañana por Salvador Bayarri, quien ha subido a su blog un extenso resumen. Para el aficionado a la obra de Dick, una magnífica oportunidad de ampliar horizontes y descubrir nuevos detalles sobre las obsesiones que marcaron su obra.

Nos tuvimos que dividir para poder disfrutar del final de la charla sobre Dick y asistir también a la presentación de Hijos de Tayyll, la primera novela de Raelana Dsagan. Entre que llegué tarde, lo rápido que hablaban los ponentes y la pésima acústica de la sala, no me enteré de gran cosa aparte de que transcurre en el desierto, pero no he leído nada de la autora que me disguste, así que tiene mi voto de confianza. Por cierto, seguro que Raelana prepara un resumen de la Hispacón mucho mejor que este, por lo que os recomiendo estar atentos a su blog.

Valencia

Otro de los motivos de ir a esta Hispacón era conocer Valencia. Lo sé, es imperdonable no haberlo hecho todavía, y aún queda mucho por descubrir de la ciudad del Turia, pero gracias a nuestro buen amigo Solomon Kane (el puritano no, el del podcast Leyendas de Cthulhu) y su encantadora familia, bebé incluida, disfrutamos de su historia y de algunas localizaciones fundamentales: el ayuntamiento, la lonja, la catedral, las torres de Serrano... Ojalá podamos regresar antes de que transcurra mucho tiempo.

Por cierto, tratando de orientarnos en la ciudad la primera noche, buscando el hotel, averiguamos algo fascinante: Valencia es no-euclidiana. Tú estás en una calle, coges el primer giro de 90º a la derecha, repites la operación tres veces y, en lugar de volver al punto de partida, estás en otro sitio más perdido que una peonza. Y si os interesan los agujeros de gusano infranqueables, puedo hablaros del garaje del hotel: ni el protagonista de Las ratas del cementerio iba tan estrecho en su túnel. Lamentablemente estábamos demasiado aterrados como para tomar fotos de la experiencia.

Cena de gala

El sábado por la noche, de vuelta a Quart, se celebró la cena de gala de la Hispacón. Siendo todos friquis, lo de "de gala" es un decir, cada uno iba como quería (como debe ser). Fue, en cualquier caso, una magnífica oportunidad de relacionarse entre aficionados y juntaletras. Yo soy un antisocial y encima no conozco a nadie, pero quiso el azar que Sergio Mars y Emilio Bueso se sentaran junto a nosotros (doble fortuna, porque quería haber asistido a las presentaciones de Bueso esa misma tarde, pero con la visita a Valencia nos fue imposible).

Con Bueso y Mars de un lado, y Ángeles Pavía y Raelana del otro, las conversaciones no decayeron en ningún momento. Fue enriquecedor observar cómo enfocan sus proyectos literarios personas con mucha más experiencia que uno. La comida, en cambio, ni fu ni fa (al menos fue más barata que otros años, cosa que se agradece visto cómo va la economía).

Al final de la cena se entregó el premio Domingo Santos y a renglón seguido los Ignotus, que habíamos podido votar esa misma mañana tras un problema con las papeletas. Finalmente resulté ganador (ex aequo) del Domingo Santos, pero permitidme que hable de ello en otra entrada; ahora me voy a centrar en los Ignotus, que fueron lo más divertido de la cena.

Hubo bastante ganadores, y por lo que recuerdo triunfaron especialmente la antología Terra Nova y Santiago Eximeno (una entidad formada por millones de monos tecleando sin parar). También destacó el ciclo de Akasa Puspa, de Aguilera y Redal, con un premio Gabriel. En cierto modo yo también estaba representado, merced a la candidatura de Calabazas en el Trastero: Horror Cósmico, que incluía un relato mío (el primero que logré publicar, nada menos). Obviamente no ganó, pero es un orgullo para una publicación tan modesta haber llegado hasta ahí.

No puedo dejar de agradecer a Ángeles Pavía y consorte su hospitalidad, y la amabilidad de llevarnos de vuelta al hotel a horas indecentes en las que los trenes de metro duermen como buenos cristianos.

Domingo en Quart

El domingo, acusando ya el cansancio, abandonamos el hotel (repito, lo de sacar el coche de ahí fue de traca) y marchamos de nuevo hacia Quart para la última jornada. Desayunamos un par de veces para coger fuerzas al estilo hobbit y asistimos en el ayuntamiento a la charla de José Carlos Somoza, que no me quería perder bajo ningún concepto, tras haber descubierto el año pasado su brillante oratoria.

Incido aquí de nuevo en lo escaso de la concurrencia. Menos de treinta personas en la que seguramente era la charla más destacada de la convención. Cierto que al mismo tiempo se celebraba la junta de la AEFCFT y debido a ello muchos tuvieron que perderse una de las dos, pero aun así debería haber despertado más interés. Somoza estuvo brillante, como siempre, pero mucho más pesimista de lo que recordaba. No es de extrañar, visto lo que se ha complicado el panorama literario desde el comienzo de la crisis. Según contó, el paulatino proceso de asimilación de la literatura de género al mainstream se ha detenido en seco y las editoriales sólo quieren obras de corte clásico o éxitos seguros.

Después nos trasladamos a la presentación de Reyes de aire y agua, donde Jesús Fernández Lozano (autor) y Sergio Mars (editor) lograron que me entraran ganas de leer este libro de cuentos, por más que pertenezca a un género que a priori no suele llamar mi atención. Justo a continuación subí a la sala superior para lo que iba a ser la presentación de Visiones 2012, antología que incluye uno de mis relatos, La voz de la razón, gentilmente elegido por el jurado (los Verdhugos).

Por suerte o por desgracia éramos muy pocos (era la hora de comer, y encima se trataba de la última actividad de la Hispacón y casi todo el mundo estaba largándose ya), así que aprovechamos para charlar sobre lo que había sido el largo proceso de selección y publicación, las intenciones de la AEFCFT para con la retomada serie Visiones y la toma de experiencia de la nueva junta. Me sorprendió enterarme de que no se había impuesto ninguna cuota de fantasía, ciencia ficción o terror para la antología, sino que simplemente salió así.

Carretera y manta

Zanjada la Hispacón, comimos junto al ayuntamiento a buen precio y rehicimos el viaje inicial, pero esta vez en sentido contrario. Cansancio, alegría, muchos temas de los que hablar y la sensación de que, aunque el reloj decía que sólo habían transcurrido dos días, eran semanas las que llevábamos alejados de la rutina cotidiana.

martes, 10 de diciembre de 2013

Visiones 2012 en la Hispacón

Hace unas semanas se publicó por fin la antología Visiones 2012, editada por la AEFCFT y donde aparece un relato mío, aunque no había tenido tiempo de comentar nada hasta ahora a causa del Calabazas Especial Mitos y todo lo que ello ha conllevado. Disculpadme.

El libro ya está en las tiendas por el muy razonable precio de 9€, y lo que es más importante, ya está en mis manos y he podido leerlo. Como era de esperar, el grueso lo forma la ciencia ficción en todas sus variantes, tanto próxima como lejana. Curiosamente hay dos temas bastante recurrentes: los viajes en el tiempo y el fin del mundo. ¿Simboliza eso algo sobre las preocupaciones de nuestra sociedad?

Hay también un par de cuentos de terror (el de Marcos Fernández y el mío, que se titula La voz de la razón y del que ya os hablé hace un tiempo), y alguno más que podría considerarse colindante entre la cifi y el terror. Incluso cierra el volumen un simpático cuento que aúna fantasía y humor. En resumen, variedad dentro del género en su registro más amplio.

Ahora lo importante. Este domingo día 15, a las 13:45 tendrá lugar la presentación en la Hispacón de Quart de Poblet, a la que en principio asistiré (habrá que ver si me dejan hablar o ya me tienen calado ). Será en el Quart Jove, en la sala bautizada como Akasa-Puspa. Si alguien pulula por allí y le apetece charlar y llevarse una firma, sólo tiene que buscarme.

Contenidos

  • El aeropuerto del fin del mundo, de Tamara Romero
  • Mejoría de la muerte, de Weldon Penderton
  • Alma compartida, de Óscar Muñoz Caneiro
  • La voz de la razón, de Aitor Solar
  • La sonrisa de Mickey Mouse, de Manuel Moreno Bellosillo
  • Mantenimiento, de Jaume Valor
  • La increíble historia de Cristóbal, el viajero del espacio/tiempo de El Corte Inglés, de Francisco Javier Martínez Sánchez
  • Horizonte de sucesos, de Sara Sacristán Horcajada
  • El día después del fin del mundo, de Ricardo Cortés Pape
  • La vorágine, de Ricardo Montesinos
  • El señor de los anillos a través de los tiempos, de Pedro López Manzano
  • Que empiece de nuevo la matanza, de Ángel Guardiola Gómez
  • Hasta nunca Seinfeld, de Marco Antonio Marcos Fernández
  • El antepasado de la bola de cristal, de Mario Barranco Navea
  • Los orcos no comen golosinas, de Carlos López Hernando

jueves, 21 de noviembre de 2013

Calabazas en el Trastero: Mitos de Cthulhu

Os he dado mucho la murga sobre la gestación de este libro, pero ya era hora de que hablara de sus contenidos y de por qué, en mi opinión, sería una gran adquisición para el aficionado a los Mitos de Cthulhu. No os extrañe que sea casi siempre positivo, ya que fui miembro del jurado de selección y además decidí el orden de aparición de los relatos en la antología, por lo que obviamente no puedo ser imparcial. Pero os aseguro que siempre seré sincero.

Empecemos por la Portada, de Rodrigo Rodríguez Tendero, que a mí me parece estupenda (quizá demasiado virada a verde en la impresión). Transmite desde el primer contacto con el libro una sensación de profesionalidad, de saber hacer, que personalmente buscaba en esta antología.

El Prefacio es obra de Mikel Rodríguez Álvarez, que ha publicado ya varios relatos lovecraftianos en su saga de leyendas vascas y es un apasionado de los Mitos, como comprobaréis en este prólogo.

Los que descienden al mar en naves, de Javier Fernández Bilbao, es el relato que abre la antología por motivos que os serán obvios en cuanto lo leáis. Sonia Greene nos narra una experiencia que vive junto al que por entonces era su marido, H.P. Lovecraft, y sirve de perfecto preámbulo para lo que vamos a encontrar más adelante, acompañando de la mano al lector hacia las profundidades de lo lovecraftiano.

Scharat tse on Aaritse, de Juan Ángel Laguna Edroso, es un relato que no precisa conocimientos previos para su disfrute y entronca con curiosas leyendas etnográficas. Es clásico sin caer en la complejidad formal y sus protagonistas hacen gala de una fatídica ingenuidad propia de los primeros cuentos de los Mitos.

El siguiente es Neotenia, de Aitor Solar. Podría tirarme horas hablando de él, pero no sería justo con los demás. Digamos simplemente que decidí adoptar un enfoque contemporáneo y cientifista, que es lo que hizo Lovecraft con sus relatos en su propia época, y plantear la eterna duda de si, como decía Bierce, "pueden suceder tales cosas".

Escribiendo el Miserere, de Pablo Loperena, es uno de esos relatos originales que sirve de contrapunto a los más canónicos. Su protagonista es Gustavo Adolfo Bécquer (no hago spoiler, se ve en las primeras líneas), y la fusión de leyendas tradicionales españolas con los Mitos nos sedujo desde el primer momento.

En los oscuros recodos del tiempo, de Gema del Prado Marugán y Miguel Martín Cruz, mete un cambio de registro hacia el humor y el Madrid más caótico e imprevisible. Fijaos en que, cuando crees que la historia va por lo trillado, los autores saben imprimirle varios giros finales para terminar in crescendo.

Memorias de un esquizofrénico, de Eduardo Casas Herrer, es un relato más complicado que los anteriores. Hace un uso metaliterario de las creaciones de Lovecraft, para que nos preguntemos si la aparición "real" de esos elementos obedece a la locura o es algo más...

Nigredo, de Josué Insúa Ayuso, es uno de mis favoritos en esta antología. El sabor clásico, con reminiscencias a El caso de Charles Dexter Ward y Herbert West demuestra que aún queda mucho por hacer jugando con los elementos básicos de los Mitos. Es pausado e intelectual, pero con cierto humor negro.

Fe, del archiconocido Santiago Eximeno, supone un repecho de calma y sosiego tras la densa prosa de los anteriores. Es un cuento breve e intimista, y creo que invita al lector a replantearse conceptos preasumidos sobre el imaginario colectivo lovecraftiano.

La Otra Ciudad sin Nombre, de Patricio G. Donato, retoma el estilo más purista de los Mitos con un viaje a los misterios de la Patagonia argentina (no fueron pocos los autores argentinos que nos enviaron relatos). Es un texto bien construido con reminiscencias clásicas.

De Las manos que las aniquilan, de Victor Villanueva Garrido, me fascinan las potentes analogías que usan los personajes para tratar de explicar el misterio que los rodea. Personajes, dicho sea de paso, muy curiosos y que por una vez no se limitan a formar el trasfondo de la historia.

La transfiguración, de Ricardo Giraldez, es otro relato argentino que se desarrolla alrededor de la Universidad de Buenos Aires, donde como sabéis se supone que hay una copia del Necronomicón. ¿Pero la hay? ¿Y qué es realmente el Necronomicón?

La caída del hombre, de Carlos García García, plantea un nuevo giro de tuerca dentro de un entorno futurista. La narración viene a ser una entrevista en una especie de programa televisado, pero que eso no os eche para atrás porque es fielmente lovecraftiano.

Y a dibujar tentáculos, de Dani Guzmán, cierra el volumen también por motivos claros, con un espíritu decididamente apocalíptico partiendo de un entorno mucho más mundano y oscuro de lo habitual.

Y esos son los contenidos del libro, como veis variados dentro de una razonable fidelidad a las fuentes originales sin caer en la reiteración y la repetición de fórmulas. Por 7€ yo creo que está muy bien, espero en cualquier caso que lo disfrutéis.

Así como el que no quiere la cosa, os recuerdo que podéis adquirir ejemplares de Calabazas en el Trastero: Mitos de Cthulhu tanto en la tienda online Cyberdark como en la página de la propia editorial Saco de Huesos.

lunes, 18 de noviembre de 2013

De presentaciones y semanas góticas

Los primeros días de noviembre fueron muy ajetreados para un tipo tan casero y asocial como yo. Primero el subidón de la presentación de Calabazas en el Trastero Especial Mitos de Cthulhu, y a lo largo de la semana siguiente, varias visitas a la Semana Gótica de Madrid para asistir a diversas ponencias y restablecer lazos con conocidos. Ya he hablado sobre ambas cosas en Leyenda.net (en el artículo sobre el Calabazas Mitos y en el de la Semana Gótica), así que me gustaría enfocarlo aquí desde un punto de vista más personal.

Nunca se me ha dado bien hablar en público, y precisamente por eso me apunto a cualquier oportunidad que se me presenta, porque el único modo de mejorar es mediante la práctica. Siempre se aprenden cosas nuevas, como que contar con conocidos en la mesa ayuda mucho a olvidarse de la "presión" del público o que soltar un par de bromas al principio es mano de santo para relajar la tensión. Debo decir que cuando llegamos a la sala no había ni el tato (y eso que íbamos con retraso), y os aseguro que el temor a que el libro no interesara a nadie resulta bastante deprimente. Por suerte, en un rato la cosa se arregló y la sala estuvo razonablemente nutrida, pero me han contado que no es nada raro ir a presentar un libro a otra ciudad y estar literalmente solo. No me quiero imaginar lo que debe de sentirse.

Al final salimos satisfechos, pero me apunto la necesidad de practicar dedicatorias, porque se me dan fatal cuando tengo que firmar un libro. Por lo que me ha contado la editorial, las ventas van muy bien (dentro de lo poco que vende este tipo de antologías) y la edición está prácticamente agotada y está en marcha una reimpresión. Obviamente no me llamo a engaño: este primer tirón obedece a la publicidad y el movimiento que hemos creado en webs y foros, y será más adelante cuando veamos si gusta al público y el boca a boca reanima la segunda oleada de ventas. Sigo a la espera de críticas sobre el volumen, pero creo que en general hay relatos para todos los gustos. A ver si preparo otra entrada en este blog comentándolos uno a uno, ahora que ya están en la calle y no son ningún secreto.

En la Semana Gótica

Lo de la Semana Gótica fue más light, sencillamente porque iba de público, pero no careció de emociones. El martes (el primer día que iba) fui a pedirle una firma a Óscar Mariscal tras la excelente charla que dio junto a Francisco Arellano sobre los Mitos de Cthulhu, y descubrí que era un fiel conocedor de Leyenda.net y que incluso nos citaba en la última antología de La Biblioteca del Laberinto, El habitante del lago (confieso que la tengo pero aún no la he leído). Una agradabilísima sorpresa de manos de una persona aún más agradable. El viernes, por supuesto, le regalamos a Óscar un ejemplar del Calabazas Mitos, con la esperanza de que no le aburra.

Ese mismo viernes nos quedamos a la entrega de premios de la asociación Nocte y charlamos con varios conocidos, como la gente de Saco de Huesos, Ismael Biurrun (que publica el año que viene en Fantascy), Nuria C. Botey (que ganó uno de los premios), etc. Era la primera vez que asistía a una ceremonia así, y como experiencia la considero valiosa, por más que no pueda evitar lamentarme de la poca transcendencia que tiene el sector. Siempre venimos a ser más o menos los mismos, ya sean charlas, conferencias o premios. Es como una reunión de colegas.

A mí esto de los premios siempre me descoloca. Los grandes, se dice, están amañados, y los pequeños me parecen limitados en su ámbito, demasiado previsibles. En realidad, ¿qué significa recibir un premio? ¿Que eres popular entre colegas? ¿Que vendes mucho? Es un reconocimiento a tu obra, sí, pero en el fondo el único capaz de juzgar lo que ha creado es uno mismo, lo demás son adornos y alharacas. Lo cual no quita que haga mucha ilusión que te lo entreguen, por supuesto, como lo hace ganar un concurso o ser publicado.

En fin, tras esta tanda de sobresaturación social, esta tortuga se va a retirar a su caparazón una buena temporada. Ustedes lo disfruten.

martes, 29 de octubre de 2013

3 de Noviembre, presentación Calabazas en el Trastero: Especial Mitos de Cthulhu

Como cabe la remota posibilidad de que alguien me lea por aquí y no en Leyenda.net, sabed que este domingo, día 3 de Noviembre, a las 17.00h, tendremos una tertulia de los Mitos en Hislibris Tabernae, un local sito en la calle Tumaco, 22, en Madrid (está en la zona postrera de Alcalá, metro Suanzes o Ciudad Lineal).

El objetivo de esta reunión es doble: celebrar el décimo aniversario de Leyenda.net y, lo que quizá os sea más atractivo, presentar el libro Calabazas en el Trastero: Especial Mitos de Cthulhu. La tirada ya ha llegado de imprenta y tiene una pinta estupenda. Además contaremos con la presencia de varios de los autores seleccionados (cinco por lo menos, salvo bajas de última hora), entre ellos el editor de Saco de Huesos y presidente de Nocte Juan Ángel Laguna Edroso y el afamado escritor Santiago Eximeno. Como todos somos devotos de Lovecraft nos va a quedar una tarde muy apañada.

¡Os esperamos!

lunes, 21 de octubre de 2013

Todo el mundo escribe (o de linces y liebres)

Uno de los principios clásicos de la ecología es la relación depredador-presa. Sólidamente establecida desde comienzos del siglo XX, plantea una relación directa entre la abundancia de la presa y el número de depredadores que se alimentan de ella. De forma simplificada, digamos que si hay demasiadas liebres los linces lo tendrán chupado para cazarlas y lograrán sacar adelante a mayores camadas, hasta restablecer el equilibrio. Por el contrario, si los linces llegan a ser demasiado hábiles y el número de liebres desciende en exceso, habrá carestía de alimento y sólo los linces más hábiles sobrevivirán. En la práctica, lo que se forma son ciclos de crecimiento y descenso relacionados entre ambas poblaciones.

Por eso es tan sorprendente lo que sucede en nuestra tierra dentro de la literatura de género, donde la relación entre escritores y lectores está absolutamente desequilibrada en favor de los primeros. Aquí escribe todo el mundo y no lee casi nadie. De hecho, hasta diría que hay más escritores que lectores, porque conozco a unos cuantos escritores que apenas leen, y no lo contrario. No os extrañará que diga esto si conocéis de cuánto son las tiradas habituales, y el porcentaje de ejemplares que acaba en manos de los autores, colegas y gente interesada en publicar con esa editorial.

Ecológicamente esto no se sostiene, y la literatura no deja de ser un ecosistema como cualquier otro. Entonces, ¿dónde está la trampa? Evidentemente, en que los supuestos depredadores no se alimentan de la presa. Es decir, que los escritores no viven de esto. Por estirar nuestra analogía, se las dan de linces por el monte en su tiempo libre, pero no cazan apenas liebres, sino que por las noches en su madriguera se alimentan, me imagino, de conservas y ahumados, y unos guisantitos salteados muy sanos. Lo cual no tiene nada de malo, porque de lo contrario la población de escritores-linces ya se habría extinguido hace tiempo, pero envenena la dinámica del ecosistema. A veces me da que hay más linces que se disfrazan de liebres para ver qué tal cazan los demás, que lepóridos propiamente dichos.

Por eso, cuando hablo con algún escritor, cada vez me da más reparo decirles que yo también escribo de vez en cuando. Porque sé la cara que pondrán, esa que significa: "vaya, tú tampoco eres un lector puro". O peor, la de: "vaya, otro competidor por tan magro sustento", y realmente no es el caso. Así que prefiero callar, y sentirme una feliz liebre lectora. Eso sí, demasiado veloz para tanto lince torpón.

martes, 1 de octubre de 2013

Seleccionado para Calabazas en el Trastero: Fútbol

Esto sí que me ha pillado por sorpresa: mi relato El factor campo ha sido seleccionado para la antología Calabazas en el Trastero XV: Fútbol.

Nunca hubiera imaginado aparecer en una publicación dedicada a un deporte como el balompié. Bien es cierto que se trata de relatos foscos, englobables aproximadamente en el género de terror. El factor campo gira alrededor de un pequeño equipo de provincias que, unos años atrás, logró una espectacular racha de victorias en su estadio. Como podéis intuir, la explicación no se relaciona precisamente con el juego limpio.

Una pregunta que me hago, que me surgió de hecho desde que leí la convocatoria, es si un libro así puede tener interés a priori para el lector. Porque seguramente los relatos sean muy buenos, pero lo que vende es el primer impulso. El público habitual de Calabazas lo componen, lógicamente, aficionados al terror, y creo que toparse con una antología futbolera les puede resultar chocante. Por otro lado, no sé si el aficionado medio al "deporte rey" va a ver con buenos ojos enfoques tan siniestros sobre su afición, que en algunos casos serán incluso negativos sobre la misma. Es un riesgo que ha asumido Saco de Huesos y veremos qué tal se vende.

Cuando salga el libro (en noviembre, imagino) ya os daré más la lata para que os lo leáis.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Premio Liebster

Hete aquí que Santiago Eximeno se aburría, y como tenía once premios Liebster que repartir, no se le ocurrió mejor idea que colgarle el sambenito a este blog, junto a otros diez pringados. Mientras rumio mi venganza, va la respuesta a las preguntas que plantea.

1) ¿Por qué un blog?

¿Y por qué no? Veamos, en un principio me planteé reusar algún subdominio de Leyenda.net para estas cosas, pero me parecía mal mezclar una faceta con la otra, sobre todo porque aquello es más una comunidad de los Mitos y esto había de ser algo muy personal dedicado a mis escritos. Pero lo que acabó de decidirme es que parece que la gente va con más facilidad a un blog estándar que a una página personal, por raro que resulte (o al menos a mí se me hace raro).

2) ¿Merece la pena mantenerlo?

Pues... Para mí es un medio de ir consignando mis reflexiones y ocasionales avances, y en ese sentido me supone muy poco trabajo, así que sin duda merece la pena. Si pretendiera tomármelo en serio, siguiendo un ritmo fijo y buscando impacto en el público, seguramente el balance sería negativo.

3) ¿Lees habitualmente otros blogs?

Consulto de forma habitual bastantes blogs, pero seguirlos al día más bien no (algún webcomic, si me acuerdo...).

4) ¿Crees que abrir un blog te hace formar parte de un colectivo?

En absoluto, y menos ahora que están prácticamente pasados de moda.

5) ¿Cada cuánto tiempo actualizas el blog?

Je, je. Cada nunca. Dicho de otro modo, cuando me da o cuando tengo algo urgente que decir. Sí que tengo otro blog de videojuegos, Escarbajuegos, que intento actualizar dos veces al mes (y por cierto, este mes lo voy a tener difícil para conseguirlo).

6) ¿Te preocupan las estadísticas de acceso a tu blog?

Si me preocuparan ya me habría suicidado, son ínfimas.

7) ¿Qué te motiva a la hora de escribir los contenidos?

Normalmente mis entradas obedecen a uno de estos motivos: ha pasado algo que quiero comentar o anunciar, o me ronda una idea por la cabeza que quiero plasmar para futura referencia.

8) ¿Te incomoda recibir un premio como este?

Un poco, aunque también hace cierta ilusión (infantil que soy). Por un lado me crea el trabajo adicional de preparar este artículo, y encima tengo que pensar a quiénes premio, pero supongo que el factor que tiene de interacción social forma también parte de un blog.

9) ¿Prefieres alternativas como Facebook o Twitter a un blog?

No me gusta Facebook ni ese tipo de redes sociales. En cuanto a Twitter, lo veo muy diferente a un blog, aunque se pueden compenetrar bien, sirviendo uno de apoyo al otro.

10) ¿Cuánto tiempo llevas conectado/a?

¿Conectado sin parar, o desde que tuve Internet? De lo primero, unos quince minutos. De lo otro va a hacer catorce años ya. Dios, qué viejo.

11) ¿No son once preguntas y once blogs a nominar muchos?

Pues sí, sobre todo lo segundo. A ver de dónde saco yo once blogs que sepan quién soy...

And the winners are...

Los once blogs a los que concedo el Liebster (que por otro lado seguramente lo tengan ya) son:

  1. Numen Errático
  2. Cree lo que quieras
  3. Camarada Cthulhu
  4. Escrito en agua
  5. Susurros desde la oscuridad
  6. Historias que no contaría a mi madre
  7. La morgue del London Hospital
  8. La raíz podrida
  9. Fundación Pickman
  10. Escalando las Montañas de la Locura
  11. La BD

Once preguntas

No se me ocurrían preguntas interesantes, así que he reciclado a partir de las que le habían planteado a Eximeno y alguna otra:

  1. ¿Por qué decidiste comenzar tu blog?
  2. ¿Si pudieses volver a empezar, qué harías diferente en tu blog?
  3. ¿Qué crees que atrae a los lectores a tu blog?
  4. ¿Con qué frecuencia actualizas tu blog?
  5. ¿Cuánto tiempo le dedicas a preparar las entradas de tu blog?
  6. ¿Cuál crees que será la evolución futura de los actuales blogs?
  7. ¿Te preocupan las estadísticas de acceso a tu blog?
  8. ¿Se sabe en tu entorno de la "vida real" que tienes este blog?
  9. ¿Qué considerarías como "éxito" de tu blog?
  10. ¿El blog te ha generado alguna anécdota que quieras y puedas compartir?
  11. ¿Cuántos Liebster llevas ya?

Hale, a otra cosa, mariposa.

martes, 17 de septiembre de 2013

Seleccionado para Calabazas en el Trastero: Especial Mitos de Cthulhu

La semana pasada salieron los resultados de la Convocatoria Calabazas en el Trastero: Especial Mitos de Cthulhu. Seguro que ya habéis visto cuáles son los relatos seleccionados, pero para que quede bonito ahí van, en riguroso orden alfabético:

  • En los oscuros recodos del tiempo, por Gema del Prado Marugán y Miguel Martín Cruz
  • Escribiendo el Miserere, por Pablo Loperena
  • Fe, por Santiago Eximeno
  • La caída del hombre, por Carlos García
  • La Otra Ciudad Sin Nombre, por Patricio G. Donato
  • La transfiguración, por Ricardo Giráldez
  • Las manos que las aniquilan, por Víctor Villanueva Garrido
  • Los Que Descienden Al Mar En Naves, por Javier F. Bilbao
  • Memorias de un esquizofrénico, por Eduardo Casas Herrer
  • Neotenia, por Aitor Solar
  • Nigredo, por Josué Insua
  • Scharat Tse On Aaritse, por Juan Ángel Laguna Edroso
  • Y a dibujar tentáculos, por Daniel Guzmán Álvarez

Creo que va a quedar muy buen libro, además de por los propios relatos, gracias a la portada de Rodrigo Rodríguez Tendero y el prólogo de Mikel Rodríguez. Esperamos presentar el volumen a primeros de noviembre, ya iré informando de los detalles específicos. Pero hoy quiero hablar de otra cosa.

Hay un tema que a nadie se le escapa a poco avispado que sea, y es que mi nombre aparece entre los seleccionados. No soy el único miembro del jurado en esa situación, pero no voy a eso. Sopesé durante largo tiempo si era conveniente presentarme o no al concurso. Estaba amparado por las normas (uno no se puede votar a sí mismo, los demás jueces no saben que el relato es tuyo, y luego se hace la media con un voto menos), pero la esposa del César no sólo ha de ser honrada, sino parecerlo. Por otro lado, hay pocas oportunidades para publicar relatos de los Mitos en castellano y me parecía una muestra de apoyo hacer el esfuerzo de participar, y digo esfuerzo porque no tenía ningún relato adecuado disponible y se me echaba el tiempo encima.

Lo que acabó de decidirme fue esta entrada en su blog de Juan Ángel Laguna Edroso, precisamente el amo del cotarro en lo que a Calabazas en el Trastero se refiere. Él también ha aparecido en unas cuantas Calabazas siendo jurado (en esta misma sin ir más lejos, y os garantizo que no supe que el relato era suyo hasta que se hicieron públicos los votos; de hecho, otra obra que envió la puse a parir y aún no he recibido la visita de sus padrinos). Me gustó su frase "aquí lo que buscamos es hacer la mejor antología de género fosco posible". Yo creía que podía hacer un buen relato de los Mitos y debía intentarlo. Y si no salía elegido, pues en el fondo casi que mejor (aunque esto se dice con la boca pequeña, porque quien afirme que le da igual no ser elegido miente o no tiene sangre en las venas).

Cuando decidí que sí, que iba a escribir algo y enviarlo, me impuse el objetivo de que, si salía elegido, no debía quedar ninguna duda sobre la idoneidad de mi relato. No bastaba con que fuera bueno, había de ser el mejor. Que no cupiera ninguna sospecha de favoritismo. Debía dejar a todo el mundo diciendo "guau, este hombre sí que sabe escribir sobre los Mitos".

Fue un error, la presión que me habia impuesto a mí mismo me bloqueó y casi no llego a tiempo. Al final medí mal los ritmos narrativos y tuve que pasarme 150 palabras del máximo (y ojo, que mis compañeros casi me lo tiran por eso). El jurado me ha criticado, seguramente con razón, que los diferentes registros de cada personaje no están muy pulidos, y a eso añado yo que la acción está demasiado comprimida. Y aun así, cuando lo he releído ahora junto a los otros doce para decidir el orden en el que aparecerán en la antología, me ha quedado buen sabor de boca. ¿Es el mejor? Lo dudo. ¿Es una digna inclusión? Eso lo tendréis que juzgar vosotros, pero yo creo que sí. Estoy orgulloso de mi criaturilla, aun con sus defectos.

Otro día os hablo del relato en sí y de lo que me empujó a plantearlo en su forma definitiva.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Literatura de género y exigencia

Surge últimamente un conflicto en lo que se ha venido a llamar ficción de "género", tanto en la literatura como en el cine como, en menor grado, en el cómic (quizá porque, para la mayoría de la gente, sólo hay un tipo de cómic). Este conflicto, en el que seguro que se han implicado alguna vez mis amados y escasos lectores, es el que existe entre quienes le piden a la obra en cuestión que satisfaga ciertas aspiraciones culturales y los que consideran, por el contrario, que "con que entretenga ya vale".

No creo necesario indicar en qué bando me sitúo, asumiendo en cualquier caso que no se trata de una frontera impermeable y que cada uno le exige más o menos a una película o una novela en función de sus circunstancias personales, y que lo mismo que me puede valer un cómic ligero bien dibujado, a una película le pido mucho más. No obstante, lo que más me sorprende de este debate es lo retrógrado que parece. ¿No habíamos quedado ya en que la ciencia-ficción, la fantasía, el terror y demás podían crear obras tan profundas y perdurables como cualquier otro género? ¿Por qué ahora los propios aficionados, los que más capacitados están para exigir un nivel digno, bajan la altura del listón?

Por limitarnos a la palabra escrita, la literatura "popular" ha tardado siglos en alcanzar cierto reconocimiento, aún muy lejano al que disfruta la considerada "seria". Durante mucho tiempo se sostuvo que esta literatura era meramente escapista y no podía reflejar las auténticas inquietudes de la psique humana, y sólo muy lentamente los críticos han ido dando su brazo a torcer. Es tirar piedras contra nuestro propio tejado dejar de exigir calidad a los libros que nos gustan, y conformarnos con que sirvan para pasar el rato. ¿Tiene algo de malo leer por distraerse? No, salvo que de tanto hacerlo el mercado se enrarece y ya no queda sitio para la exigencia. No necesito referirme a ejemplos del mundo real para afirmar que, cuando no hay competencia por mejorar el nivel, la mediocridad de extiende como la lepra. En efecto, el lector, como el votante, tiene la responsabilidad de exigir el máximo.

Si bien el concepto de calidad literaria posee un componente subjetivo nada desdeñable, está claro cuándo una novela trata de ofrecer algo nuevo (con mayor o menor fortuna) y cuándo se limita a la repetición de clichés ya agotados, que sólo buscan agradar a un lector acostumbrado a esos lugares comunes que le resultan tranquilamente placenteros, en una suerte de estéril masturbación mental. Sucede en los pastiches sobrecargados que tratan de emular un estilo anticuado bajo la justificación de una mal entendida nostalgia (créanme, el 90% de lo que se publicaba en los pulp sólo valía para eso, para hacer pulpa), en las innumerables sagas donde el protagonista lo conseguirá todo porque él lo vale (ya hablemos de elegidos por la profecía o vampiros sin otra maldición que el mal gusto al vestir), confiando en la identificación de un público joven acostumbrado a la ley del mínimo esfuerzo, y también lo vemos en la exaltación de la violencia y la casquería, buscando una reacción del estómago antes que el cerebro (sí, infinitos libros de zombis, pienso en vosotros).

¿Qué comparten todos estos ejemplos? El desprecio por la inteligencia del lector y la debilidad de sus tramas. Personajes planos, planteamientos superficiales, mensaje banal. Son historias que no aguantan un mínimo análisis, porque no están pensadas para hacerlo. Se trata de una subcultura hecha para consumirse tan rápido como es olvidada, dejando espacio para la siguiente hornada en una espiral consumista densamente liviana. Como ocurre con tantas otras cosas. ¿Acaso es culpable el autor por seguir la corriente del tiempo que le ha tocado vivir, por dejarse ir y tratar de pasar un buen rato, sin esforzarse en crear una obra perdurable? La respuesta depende de cada uno. Para mí, tratar de elevar el nivel literario, en la modesta medida de nuestras posibilidades, es un deber que contrajimos al leer a los maestros que nos precedieron.

miércoles, 28 de agosto de 2013

84 relatos después

Por fin he terminado de leer y valorar los relatos presentados a Calabazas en el Trastero: Especial Mitos de Cthulhu. La lectura ha sido muy agradable, pero tener que decidir qué nota merece cada uno es una experiencia que no le recomiendo a nadie. Ahora aún queda la labor de confeccionar, junto al resto del jurado, una antología equilibrada de la que, necesariamente, se quedarán fuera algunos relatos que me han gustado. Gajes del oficio.

Repasando mis apuntes de cada relato, veo que hay "problemas" que se repiten en numerosas candidaturas. Si alguien siente curiosidad o cree que puede serle útil para mejorar sus opciones de publicar, os hago partícipes de mis reflexiones:

Profesionalidad. Lo que más se ha notado en los relatos es la ilusión, las ganas de ponerse a escribir y contar algo. Pero por desgracia, cuando se leen tantas historias seguidas, la calidad marca la diferencia. Los textos bien escritos son más fáciles de leer, agradan la vista. La historia es importante, por supuesto, pero la forma de narrarla no debe ser un obstáculo para disfrutarla. Da mucha pena encontrarse con relatos que entrarían sobradamente si el autor se hubiera molestado en corregirlos. Creedme, no se puede entregar un texto sin repasar, lleno de faltas de ortografía o con palabras "perdidas". Repasadlo, por un motivo muy simple: es algo fácil de hacer que mejorará mucho vuestras posibilidades de ser seleccionados.

Y cuando hablo de repasar, me refiero al sistema clásico de imprimir el relato y releerlo con un boli rojo en la mano. El corrector automático del procesador de textos, aunque necesario (hasta al mayor maestro se le escapa una errata) no es suficiente. Para él, "habría" y "abría" son ambas correctas, pero en una frase dada, una de las dos supondrá un feo error. Y como ése miles de ejemplos. Corregir es parte fundamental del proceso de escritura, no sirve escaquearse.

Marcar el ritmo. Cinco mil palabras no son muchas, pensad siempre en la extensión que pretendéis alcanzar y marcad bien los tiempos de planteamiento, nudo y desenlace. Así como uno no corre igual la maratón que los cien metros lisos, una historia no se desarrolla igual en mil palabras que en diez mil. Varios relatos que iban muy bien se han dado de bruces con el límite y han optado por un final abrupto poco desarrollado (otros directamente se han pasado de largo de la extensión solicitada, lo cual tampoco es ideal). Plantear la estructura que tendrá la historia antes de ponerse a escribir ayuda mucho.

Originalidad o clasicismo. Aquí ha habido de todo, y he tratado de valorar con ecuanimidad tanto los relatos de estilo clásico bien planteados, como los que optan por la originalidad sin caer en el absurdo.

Ahora bien, clásico no significa "visto mil veces". No os podéis imaginar la cantidad de ocasiones que he leído que alguien heredaba la casa de su abuelo. Si no habéis heredado ya cuatro o cinco mansiones siniestras en Nueva Inglaterra es que sois unos pringados, que lo sepáis. Optar por un plantamiento típico no es malo de por sí, pero te obliga a hacerlo mejor que el resto de participantes que haya elegido el mismo camino (porque lo lógico es que en un libro no aparezcan dos historias de estructura similar).

Lo mismo se aplica a la originalidad sin freno. Si tenemos que darle mil vueltas para entender la historia, malo. Por eso suele ser buena idea que, si lo que vas a contar es complejo, la forma de hacerlo sea la más sencilla posible. No añadas elementos extraños que luego no vas a usar. Esto en particular me lo he encontrado en relatos que se ambientaban en épocas poco comunes (lo cual es bueno) pero que al final no aprovechaban esa época para nada relevante. ¿Para qué meterse en camisas de once varas?

Contar algo. Y este es el opuesto del primer punto, y de lejos el más subjetivo de todos. Pero pensad que entre tantas historias, la que simplemente es correcta pero no destaca tiene muchas papeletas de quedar relegada al olvido. Normalmente los miembros del jurado resumimos el relato en una frase para recordar de qué iba, y las múltiples variantes de "pues realmente no pasa nada" no van a ayudar precisamente a darle luego una buena nota. Contad algo. Y si vuestra historia sólo tiene un golpe de platillos, que sea en la conclusión, para dejar un buen sabor de boca.

Y eso es lo principal en cuanto a los relatos que podrían haber quedado un poco mejor (los que son malos los mires por donde los mires, mejor ni mencionarlos). Yo tampoco me libro de caer a menudo en estas trampas, pero tomar conciencia de ellas sólo puede ser positivo.

jueves, 25 de julio de 2013

Elegir un título

Lo primero que verá un lector de una obra (antes incluso que el dibujo de portada, que en cualquier caso es mudable), será su título. A menudo el nombre que deberá llevar nuestra creación nos será tan evidente que no cabrá duda alguna, pero en el resto de ocasiones merce la pena dedicarle cierta atención.

Aquí, como en todo, imperan diversas modas que vienen y van, pero me atrevería a decir que para las novelas se estilan títulos largos y/o chocantes, mientras que para los relatos cortos, que es lo que a mí más me interesa en este momento, lo tradicional es usar un título corto y descriptivo de la trama que vamos a plantear, por supuesto sin desvelar su secreto. Un personaje principal, un lugar, un sentimiento que permea la historia…

Remitiéndonos a los clásicos (una actitud siempre encomiable), vemos que Chejov usaba titulos casi telegráficos: «Un drama», «Beso», «Enemigos», «Una apuesta»… Con tal parquedad, «La dama del perrito» hasta suena poético. No es de extrañar que la gente diga: «qué bueno era aquel cuento de Chejov que se titulaba… err… bueno, ese cuento». Y sin embargo debo reconocer que aquí se englobarían la mayor parte de mis títulos, con algunas honrosas excepciones.

Maupaussant era igual de breve pero más enigmático (también en sus escasas novelas): «Bola de sebo», «La casa Tellier», «Mi tío Jules», «Una vendetta»… Son en mi opinión títulos que invitan a su lectura por la curiosidad que despiertan, aunque no siempre resultan fáciles de recordar. Por ejemplo, hace poco quise hacer un comentario sobre uno de ellos, que tiene como protagonista a un juez que rememora un momento terrible de su vida, y anda que no estuve hojeando relatos hasta que descrubrí que se titulaba «La confesión» (cuento, dicho sea de paso, tan maravilloso como aterrador).

Por su parte, Wilde, fiel a su estilo, aportaba ya un toque de cinismo desde el título. Ahí tenemos «El fantasma de Canterville» o «El crimen de Lord Arthur Savile», en los que ni fantasma ni crimen son como uno se los espera en un principio. Algunas de las mejores historias cortas de autoras norteamericanas, como «La lotería» de Shirley Jackson o «Es difícil encontrar un buen hombre» de Flannery O'Connor muestran también en sus títulos esa ironía engañosa que hará que el lector enarque las cejas al comprobar de qué estábamos hablando realmente. Un gran sistema, si se usa con pericia.

En el género del terror, Poe era aficionado a títulos no demasiado largos pero mucho más grandilocuentes. «La máscara de la muerte roja», «La verdad sobre el caso del señor Valdemar» o «El corazón delator» son buena muestra de ello, junto a otros más tradicionales como «El gato negro» o «El pozo y el péndulo». Mención aparte merecen los que sólo consisten en un nombre propio nada común, como «Ligeia», «Morella» o «Berenice», una estrategia arriesgada que lo mismo puede desembocar en una genialidad, como era su caso, que en el ridículo.

¿Y los títulos que usaba Lovecraft? Pues la verdad, muy weird, como era de esperar. «La llamada de Cthulhu», «El color de más allá del espacio», «La sombra sobre Innsmouth»… Hoy día resulta difícil que nombres en esta tónica despierten ecos positivos en el lector, salvo que pretendamos vender un pastiche, que todo puede ser, o nos dirijamos a un público muy específico. Un poco lo mismo se aplica a R.E. Howard y el resto de escritores pulp. Incluso si se trata de un relato que se ambiente en ese género, creo recomendable optar por un estilo menos florido, y en particular evitar el uso de nombres propios «raros» (Primigenios y demás ralea) en el título, si queremos que el lector se lo tome en serio.

Más evocadores son, si me lo permiten, los que elegía Ambrose Bierce para sus obras. ¿Quién no querría leer «El puente sobre el Río del Búho», «Un habitante de Carcosa», «Un jinete en el cielo» o (saliéndonos por la tangente) «El diccionario del diablo»? Claro está, por muy buenos que sean los títulos nadie los recordaría si luego la historia no estuviera a la altura. El título sólo es, en el mejor de los casos, un empujoncito inicial que habremos de consolidar con el propio relato.

lunes, 1 de julio de 2013

Al otro lado de la valla: formar parte de un jurado

Al final han sido 84 los relatos presentados a Calabazas en el Trastero: Especial Mitos de Cthulhu, un número más que digno pero alejado de las cotas de convocatorias previas de Calabazas. Por supuesto cantidad no equivale a calidad, pero a nadie se le escapa que existe una relación indirecta entre ambos conceptos: cuanta mayor sea la cantidad, por lo general más fácil será hallar calidad.

En cualquier caso tengo confianza en que el resultado final merezca la pena. La impresión que me han dado los participantes es que dominan el terreno que pisan y que conocen bien los Mitos, sus virtudes y defectos. Ahora me corresponde formar parte del jurado, una experiencia totalmente nueva para mí y que en cierto modo me ilusiona (a ver si digo lo mismo cuando haya terminado).

Viene a ser, como digo en el título de esta entrada, pasarse al otro lado de la valla, adentrarse en ese ente oscuro y misterioso llamado jurado literario, al que tantas veces denostamos cuando no salimos elegidos. Voy a tener que dejar de lado durante un tiempo mi propia producción para centrarme en lo que han escrito los demás, pero espero que sea una labor fructífera que, a malas, me haga ganar en sabiduría :-D.

Como uno no puede dejar de lado sus gustos (ni creo que deba hacerlo), mi principal prioridad es ser imparcial y dar una oportunidad a todo el mundo. Y en ese sentido viene bien que no se hayan presentado relatos por centenas, porque así podré leerlos todos e incluso releerlos si es menester. Aun así, estoy seguro de que la elección final será complicada y me quedaré con dudas sobre cuáles son realmente mejores. Pero como decía Bretch "Loada sea la duda".

lunes, 24 de junio de 2013

El contexto en el relato de terror

Pocas novedades. Esta semana se cierra la convocatoria para Calabazas en el Trastero: Especial Mitos de Cthulhu y me temo que la participación no va a ser tan alta como yo esperaba, pero eso ya lo comentaremos la semana que viene.

Estoy últimamente dándole vueltas al tema del contexto, de las espectativas que tenga el lector al leer una obra. Siempre son importantes, por supuesto, pero en el caso de la literatura de terror pueden ser fundamentales. No es lo mismo que te esperes leer una obra de fantasmas o que los aspectos sobrenaturales te pillen totalmente por sorpresa. No me atrevo a decir cuál de los dos casos es mejor para apreciar el relato, porque dependerá de cada uno, pero sin duda ese simple factor puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso. Y es algo que, por desgracia, suele quedar fuera del control del autor. Tú decides lo que cuentas, pero dónde aparece...

Por poner un ejemplo práctico, estaba pensando específicamente en Falling Angel, la novela de William Hjortsberg que luego fue película con Mickey Rourke, etc. Voy a intentar no hacer spoilers, pero básicamente digamos que la experiencia de la lectura varía un mundo si te esperas elementos sobrenaturales o si crees que se trata de una novela de detectives al uso. En efecto, los relatos que jueguen a la mezcla poco habitual de géneros son los que más van a sufrir en función del contexto en que se los encuentre el lector. Por irnos a tiempos más recientes, eso se veía claramente en la última antología de los Mitos que sacó Edge, Las mil caras de Nyarlathotep. Relatos que por sí mismos podían quedar muy bien perdían fuelle porque claro, al estar en esa antología, el lector sabía que por narices iba a salir Nyarlathotep y esa revelación no suponía una gran sorpresa. Extraigo de ello la conclusión de que, cuanto menos específica sea la temática de una antología, mejor.

¿Se puede, no obstante, aprovechar esas espectativas para jugar al despiste? Vamos con un ejemplo facilón: Scooby-Doo. En estos dibujos animados todo el mundo espera que, al final, se descubra que el monstruo es un tipo disfrazado. Cuando en ocasiones resulta que detrás de todo sí que hay un elemento sobrenatural (como en Scooby Doo y el fantasma de la bruja), la reacción del público suele ser positiva. Ahora bien, ¿y si el espectador contase con que hay elementos sobrenaturales, porque así se lo ha hecho creer tanto el contexto como la primera parte de la obra, y luego todo tuviera una explicación racional? ¿Sería una sorpresa agradable o un completo anticlímax? Me da que, hoy por hoy, es muy arriesgado tomar ese camino. Me viene a la cabeza Pandora en el congo, la novela de Sánchez Piñol que sucedió a La piel fría. Aquí sí que me va a costar no spoilear a nadie, y os podéis imaginar cómo es la cosa por lo que estoy comentando, pero dejémoslo en que jugarse la sorpresa narrativa a una sola carta e intentar ser original conllevó, para bastantes lectores, un resultado insatisfactorio.

Tantas dudas y tan pocas respuestas...

lunes, 3 de junio de 2013

El extraño sex-appeal de Lovecraft

Lovecraft está de moda, es un hecho. Me limitaré a señalar la convocatoria de Calabazas en el Trastero: Especial Mitos de Cthulhu, pero no es el único ejemplo. Llevo contadas cuatro o cinco antologías en mayor o menor medida lovecraftianas publicadas este año, y las que quedarán.

No son pocos los que, al descubrir la obra de Howard Phillips Lovecraft, se sorprenden de la fama que goza en determinados círculos. Seamos sinceros, si HPL tiene tanto éxito en la actualidad no es por su discutible calidad literaria (aunque pergeñara unos cuantos relatos excelentes). La fertilidad de su imaginación guarda más relación con esa fama post mortem, pero no lo es todo. Lo que atrae de Lovecraft es lo raro que era el hombre, y el fracaso que supuso su vida.

Lovecraft publicó poco y mal, con un éxito muy limitado, y se dejó los cuernos trabajando de negro para auténticos inútiles que ni siquiera le reconocieron su esfuerzo. De su frustrante matrimonio con Sonia Greene mejor no hablemos. Su situación económica fue siempre mala y murió relativamente joven de una dolorosa enfermedad. Para los que no estamos muy contentos con la vida que llevamos, es un ejemplo de que nunca hay que perder la esperanza. ¡Igual empezamos a ser famosos cuando hayamos muerto, si nuestra vida es lo suficientemente patética!

Sí, vale, tampoco Edgar Allan Poe gozó del éxito en vida, pero estuvo en el ejército, era alcohólico y se casó con su prima adolescente. Sabía disfrutar de la vida. En cambio, Lovecraft era un bicho raro (incluso más raro que yo, que ya es decir). Un puritano tímido y apocado, reaccionario en muchos aspectos, racista y misógino, apegado a un pasado idealizado que nunca existió. Nunca fue un hombre de su tiempo. Era culto, educado, amable e inteligente, pero no supo sacar provecho de esas virtudes. ¿Cómo podríamos no sentirnos atraídos por él?

Por eso hay tantísimas biografías y entrevistas a quienes le conocieron, aunque fuera de pasada. Por eso aparece como personaje en tantas novelas y se reeditan incluso sus historias más infumables. Nos fascina que un hombre cuyo paso por este mundo se puede considerar un fracaso haya alcanzado con el tiempo tales cotas de fama. Y claro, cuanto más famoso es a más gente fascina y se hace más famoso aún. Es una espiral viciosa.

¿Durará por siempre este fenómeno, o llegado cierto punto considerará la mente colmena colectiva que Lovecraft ya es lo bastante famoso, y que por lo tanto deja de tener sentido tomarlo como paradigma del fracaso? Quién sabe. Mientras tanto, no faltarán quiénes gracias a su nombre ganen más dinero del que él vio en toda su vida.

Por cierto, si a alguien le interesa el corsé de Lovecraft que abre esta entrada (hay gente pa tó) puede encontrar más imágenes en The Lovecraftsman. Me parece que la prenda en sí ya no está a la venta.

domingo, 19 de mayo de 2013

Tarzán, la leyenda del hombre mono

Últimamente atravieso una sequía creativa preocupante, pero al menos he podido completar este microrrelato (153 palabras, incluyendo el largo título) de espíritu ciertamente irónico.

Tarzán, la leyenda del hombre mono

Antes, Tarzán era el rey de la jungla. Se enfrentaba a pecho descubierto a las panteras, a los gorilas, a las tribus de indígenas e incluso a los hombres blancos con armas de fuego que trataban de destruir su territorio. Los elefantes le respetaban y los simios eran sus hermanos. Era Tarzán de los monos.

Pero llegó Jane, y para ella todo allí era muy bonito. Qué mono es este elefantito, qué cuco ese leopardo. Oh, qué monas son las serpientes. Por supuesto, qué monos son esos monos. Tarzán ya no podía enfrentarse a nada, todo se había teñido del punto de vista de Jane y los animales habían perdido su agresividad, llevaban lazos rosas en la cola y sólo sabían poner ojitos de cachorro abandonado. Ni se te ocurra pelearte con ellos, son tan monos… Todo era mono. Se había convertido en Tarzán de lo mono.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Reseñas de Calabazas Supersticiones

Al igual que hice con Las estrellas están en posición, me gustaría recoger aquí las primeras reseñas que han aparecido sobre Calabazas en el Trastero: Supersticiones y analizar principalmente lo dicho sobre mi relato, Arúspice.

José Luis Cantos, uno de los participantes en la antología, expresó en la página de Cultura Hache: "Arúspice, de Aitor Solar, es un juego de trileros. Un hombre desesperado acude a una curandera con la esperanza de encontrar tratamiento para su mal. Cuando cree que no todo está perdido, se encontrará con que la suerte, a veces, se pone de tu parte cuando menos te lo esperas. Tras un inicio algo farragoso, demasiado extenso a mi entender y con oraciones largas en exceso, el relato gana en suspense y en velocidad, desembocando en un final que deja bastante satisfecho. Sin ser redondo, consigue mantener el ritmo de la compilación".

Por su parte, Javier Vivancos, cuyo relato No espulgues también aparece en este Calabazas, dijo en OcioZero: "Arúspice, de Aitor Solar es el relato que me ayudó a entrar verdaderamente en la antología y a apreciar el buen hacer que esta destila en general. En este relato lo que comienza como una aparente crítica a videntes tipo línea 806 acaba dando un giro casi inesperado con mucha mayor riqueza y contenido que la mera confrontación entre la razón y la superchería. Y es que cuando uno se encuentra en una situación extrema, ha de abrir su mente a todas las posibilidades, en este caso a la fuerza..."

Aunque no lo parezca, ambas críticas coinciden en lo fundamental, pero ocurre que fusionan dos aspectos que yo considero independientes. Uno es un fallo: al principio del relato, la narración no es fluida y bien lo sé yo. El otro no es un error, aunque puede gustar más o menos (como hemos podido comprobar), y es que la primera escena parece apuntar en un sentido cuando luego la historia va por otro. Para mí esa escena (la del parque) es importante porque plantea la situación interior del protagonista. Podría prescindir de ella y la idea general sería la misma, pero los hechos subsiguientes quedarían, en mi opinión, cojos e irreales.

Con este relato me pasó una cosa muy curiosa que quizás explique esas dificultades con el arranque de la narración. La idea de la trama llevaba revoloteándome por la cabeza desde hacía años, y me sonaba haber intentando plasmarla en algún momento, pero no encontré dónde así que me puse a escribirla de cero. Cuando llevaba ya un tercio o así, encontré repentinamente el viejo archivo. Sólo contenía algunos párrafos y frases sueltas, pero al repasarlas me di cuenta de algo terrible: ¡me gustaba mucho más la versión antigua! Qué triste es estar en decadencia. Así que readapté parte de lo que tenía escrito en la nueva versión para que incorporara frases y conceptos de la vieja (sobre todo en el primer acto) y continué hacia el final que tenía en mente, que era el mismo en ambas versiones.

d'Oups

Como no creo que vuelva a surgir la oportunidad de hablar de este relato, antes de que se me olvide quiero consignar que el personaje del "malo" está inspirado en el misterioso millonario y filántropo Herbert d'Oups (que aparecía en Spirou y los hombres burbuja de Franquin), un tipo que siempre me dio muy mala espina.

lunes, 6 de mayo de 2013

Cabalgata

He aquí otro de los microrrelatos que escribí para Los Micros de Cthulhu y que a mí personalmente me agrada (lo importante es gustarse a uno mismo, o eso dicen).

Este tiene un tono más arcaico y es menos explícito que los anteriores. Como veréis, está inspirado en una popular leyenda británica y juega con las expectativas del lector ante la misma. Lo menciono porque luego resultó que mucha gente no había oído hablar de la historia original, en cuyo caso me temo que pierde casi toda la gracia.

La cabalgata

Creedme, honorable audiencia, cuando digo que nunca se vio Coventry como aquel día. Las calles estaban desiertas como si la peste negra hubiera vuelto para llevarse a quienes perdonó, y en el mercado no se oía ni el graznido de una oca, pese a encontrarse la población en feria.

Pronto comprenderéis el motivo, pues entre burgueses y populacho se había extendido la noticia como la llama en un reguero de aceite. La joven esposa del conde, llegada recientemente de tierras lejanas y de la que pocos habían podido contemplar su hermosa faz, había de recorrer el pueblo a caballo, de extremo a extremo, pues así lo ordenaba su marido. Pero no cubierta con sus alhajas y sus sedas, con sus mantos y sus joyas, sino, y perdonen las damas presentes mi atrevimiento, como el Señor la trajo al mundo.

A cambio de soportar esa afrenta, ella impuso una severa condición: que todas las familias de Coventry se resguardaran ese día dentro de sus casas, con puertas y ventanas cerradas, nadie osara asomarse so pena de muerte. Lo único que oyeron las buenas gentes de la aldea fue los cascos de su caballo sobre el empedrado, y suspiraron aliviados al sentir que se alejaban.

Pero, ¡ah!, alguien la vio. Yo sé que el viejo Tom, ese pícaro sastre, osó espiarla desde la buhardilla de su taller. Cómo ansiaba contemplar su delicada figura, apenas cubierta por su larga cabellera, cómo anhelaba deleitarse en intimidades de su cuerpo que ni su esposo tenía legítimo derecho a contemplar.

Unos aseguran que el pobre Tom quedó ciego al ver a la dama Godiva, otros que murió allí mismo, pero yo os digo que si os acercáis al monasterio benedictino que se alza a unas leguas de aquí y pedís que os conduzcan junto al ventanuco del patio de los locos, aún podréis escuchar sus dementes chillidos que conmueven el alma. Y si por azar en ese momento aúlla algo que parece tener sentido, haced como yo y tapad vuestros oídos como él no supo cerrar sus ojos.

En efecto, me refería a la historia de Lady Godiva, que según cuenta la tradición recorrió desnuda y a caballo la población de Conventry, a cambio de que así su marido accediera a bajar los impuestos. El giro consiste en que ahora la dama es menos hermosa (y mucho menos humana) de lo que ha venido sugiriendo la imaginación popular. Por darle una explicación, podría tratarse de una de esas "esposas" que los profundos entregaban a sus primeros fieles humanos para hibridar en la comunidad (aunque Conventry no está en la costa ni echándole imaginación).

Al escribir el minirrelato me planteé la opción de dar una explicación alternativa al motivo de su cabalgata nudista, porque eso de ayudar a la plebe resultaba demasiado benéfico para la nueva imagen que tenía de la "delicada" Godiva. Por ejemplo, podría deberse a que ella deseaba poner fin a las generosas donaciones a la iglesia por parte de su marido (el monasterio que menciono al final fue una de ellas) y él, mortificado, quiso aprovechar la coyuntura para que el pueblo descubriera la verdadera naturaleza de su nueva señora. Pero al final me quedaba una explicación muy engorrosa y el micro se me salía de madre, así que opté por no mencionar la cuestión.

martes, 30 de abril de 2013

La voz de la razón en Visiones 2012

He recibido una gran noticia: mi relato La voz de la razón ha sido elegido para formar parte de la antología Visiones 2012, organizada por la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror y enfocada a autores noveles (que aún no hayan publicado un libro propio). La serie Visiones viene editándose anualmente, aunque con algún paréntesis, desde 1995 y por ella han pasado muchas de las actuales primeras figuras del fantástico español.

La alegría es doble, porque además de la ilusión que siempre produce publicar, este es un relato especial para mí. Lo escribí hace varios años, poco antes de tener a mi hijo y que la vida me cambiara por completo. Aunque he vivido muchas satisfacciones en este tiempo, me quedé con la espina clavada de no haberle podido dar salida. Es un orgullo ver que cobra cierto sentido aquel primer y fallido intento de escribir medianamente en serio, y confirmar que era correcta mi impresión de que no estaba del todo mal.

En cuanto al relato en sí, en La voz de la razón encontraréis una mezcla de ciencia y mitos de Cthulhu, perspectivas enfrentadas en un debate que acaba por no ser simplemente dialéctico, sino cuestion de vida o muerte. No quiero contar mucho más por no fastidiar la gracia, pero espero que os guste. No hay fecha de publicación, pero tranquilos desde aquí os informaré de cualquier novedad.

Anexo 03/10/2014

He encontrado esta opinión sobre mi relato en un blog de Tumblr. Es fantástico descubrir que alguien a quien no conoces de nada ha disfrutado de tu obra .

Este relato no se para demasiado a presentarnos a sus protagonistas, no nos habla demasiado de cómo se llaman, ni de como son. Pero nos introduce rápidamente en lo que piensan, en lo que buscan, en lo que necesitan, en lo que les preocupa. Y en ese sentido me gustó bastante además de incluir bien un poco de intriga por el camino que tomarán los acontecimientos. ¿Qué es lo que pasa con ese paciente? ¿Por qué el doctor está tan preocupado?

Al encontrar al paciente, lo descubrimos y empezamos a ver los elementos que “no encajan” en la realidad. Y nos sentimos mal por esa criatura. Y luego, rápidamente y en un giro, como suele suceder en este tipo de casos… llega el terror de forma instantanea, sin necesidad de mostrarnos nada, sólo la mueca de terror del doctor y un “Se lo advertí” como cierre.

Uno de los relatos que más me gustó de este compendio.

Anexo 07/01/2017

Los integrantes de Tenebroso Sonoro han preparado un audioteatro de La Voz de la Razón, muy trabajado y talentoso, muchísimas gracias .

miércoles, 24 de abril de 2013

Los Micros de Cthulhu (II)

Desde ayer tenéis disponible en Leyenda.net la versión en ePUB de Los Micros de Cthulhu. Aunque en PDF ya quedaba muy bien, con el ePub os será más cómodo leerlo en dispositivos móviles.

Si os seduce la idea de escribir vuestros propios microrrelatos basados en los Mitos de Cthulhu, está abierta la segunda convocatoria sin fecha de cierre (digamos que hasta tener los suficientes micros para montar otra recopilación). En principio lucirá el ingenioso nombre de El Micronomicón (gracias a Iulius).

Para celebrarlo, he aquí el microrrelato que escribí como introducción para Los Micros de Cthulhu y que tiene como protagonista al mismísmo H.P. Lovecraft, sumido en profundas reflexiones sobre los títulos de sus obras. Cuanto más complicados, más originales resultarán, ¿no? Oh, la ironía.

The Call

A finales del verano de 1926, Howard Phillips Lovecraft atravesaba una mala época. No sólo seguía acuciado por sus sempiternas dificultades económicas, sino que su obra literaria, a la que había decidido encomendarse en cuerpo y alma, no levantaba el vuelo.

Sí, había logrado publicar varios relatos en los últimos números de la popular revista Weird Tales, pero no habían despertado un gran interés por parte de público y crítica, aparte de los jóvenes admiradores que solían escribirle largas misivas. Y Lovecraft sólo podía culparse a sí mismo. Había de reconocer que dentro de aquel mercado tan competitivo, los títulos de sus obras no llamaban la atención.

Reflexionó sobre lo ocurrido con su relato llamado The Moon-Bog, que había aparecido en el número de junio, varios años después de haberlo escrito para una convención de periodistas aficionados. Según le contaban, los lectores habían creído que se trataba de la segunda parte de otro cuentecillo, infame y por supuesto ajeno a él, llamado The Swamp Horror y publicado en esa misma revista dos meses antes.

Peor era el caso de The Outsider, aparecido en el número de abril justo a continuación de otro llamado Out of the Mists of Time, de un tal Benton Frazier. Un título, por cierto, que parecía sacado de sus propias obras de mayor envergadura y que volvía a demostrarle su falta de originalidad. Y ya le entraban ganas de morderse los puños si pensaba en el último, He, que acababa de salir en el número de septiembre. ¡"He", nada menos! ¿Pero cómo se le podía haber ocurrido ponerle un título tan insulso, que se perdía en el maremágnum de historias con nombres rimbombantes?

No, se dijo. Nunca más. En su escritorio descansaba el manuscrito de su última obra, a la espera de que le diera un repaso final y la mecanografiara. En un principio había pensado llamarla simplemente The Call, pero no volvería a afrontar la humillación de lo ordinario. Decidió cambiar el nombre de la criatura alrededor de la cual giraba la trama e incorporarla al título. Y menudo nombre le iba a dar: el más complejo, extraño y retorcido que se le podría haber ocurrido. Hasta sería complicado escribirlo, por no hablar de su imposible pronunciación. Pero nadie podría decirle que resultaba anodino. Al menos podía estar seguro de que nada más, en los siglos venideros, tendría en su título la palabra "Cthulhu".

sábado, 6 de abril de 2013

Reseñas de Calabazas Horror Cósmico

Transcurre inevitable el tiempo y han surgido ya unas pocas reseñas sobre Calabazas en el Trastero: Horror Cósmico, donde apareció mi primer relato publicado, Las estrellas están en posición. Merece la pena echar un ojo a lo que dicen sobre uno, por supuesto sin caer en el ombliguismo de ignorar las obras de mis compañeros de antología, como sucede a menudo.

En Cree lo que quieras, Pedro López Manzano dice: "Las estrellas están en posición (Aitor Solar): buen relato basado en una excelente idea cuya posible previsibilidad no resta mérito al conjunto".

Por su parte, Héctor Gómez Herrero añade sobre el mismo: "Una muchacha ayuda a su padre, obsesionado en la tarea de dar con cuándo y cómo las estrellas estarán de nuevo en posición para traer de vuelta a los que pondrán fin al mundo. La idea es una de las más curiosas y peculiares del volumen. Un relato que va creciendo lentamente hasta su inesperado final. Bien ejecutado, pero quizás algo lento.".

También está la reseña de Susurros desde la Oscuridad, como siempre tan visual y tan parca en palabras. Tristán se limita a decir: "Las estrellas están en posición de Aitor Solar nos explica como un astrónomo y su hija esperan pacientemente que las estrellas se alineen para anunciar el fin del mundo".

La idea común que extraigo de ellas es que el ritmo es lento. Y es cierto, es lo que hay; es como me gusta escribir y no me veo cambiando de estilo. Me gustan las historias que van avanzando lentamente hasta su inevitable final, las montañas rusas narrativas no me van (las de verdad tampoco). Pero es una elección creativa que obviamente tiene sus inconvenientes, como todas, y entiendo que al lector con ganas de emociones fuertes no le acabe de convencer. Por ejemplo, me gustaría presentarme a una inminente convocatoria de relatos pulp, pero es que el pulp es un estilo totalmente antitético al mío y me cuesta horrores parir una idea que satisfaga las premisas del género. Qué le vamos a hacer.

lunes, 1 de abril de 2013

La casa por el tejado

Demos comienzo a nuestra hermosa serie "consejos vendo que para mí no tengo", donde peroraré sobre aquello que todo el mundo sabe ya pero yo acabo de descubrir como si fuera la repanocha.

Pues bien, de pequeños nos decían "no se empieza la casa por el tejado" para que fuéramos por orden, pero me temo que a la hora de escribir eso es precisamente lo que hay que hacer. Me he dado cuenta de que el tejado (el final o al menos el clímax de la narración) es la parte más importante de un relato y hemos de tenerlo muy claro antes de comenzar a escribir. Es engañosa esa impresión que a menudo le asalta a uno y que viene a decir "vamos, los personajes molan y la ambientación es muy prometedora, empieza a escribir y seguro que se te ocurre un buen final". Mentira (por lo menos para mí). Si hacemos eso, lo más habitual es que la trama vaya desinflándose a partir de un comienzo falsamente prometedor y acabemos en un callejón sin salida, alargando innecesariamente la narración para no llegar a ningún sitio. Frustrante y muy costoso para quienes vamos escasos de tiempo.

No sólo eso, sino que tener el final ya planteado nos ayudará mucho a dirigir la narración en ese sentido. Las dudas que nos puedan surgir sobre el comportamiento de los personajes o sobre cuál debe ser el curso de los acontecimientos se resolverán con mayor facilidad si sabemos hacia dónde queremos avanzar. Pensad que esto es como abrir un túnel en la montaña. Si no sabemos muy bien la dirección en que debemos cavar, podemos asomar al otro lado a decenas de metros de donde queríamos llegar. Y hacer una curva cerrada en la ladera para que encajen ambos tramos, como que no es solución.

Dicho esto, añadiría que no basta con tener el final en la cabeza. Ahí todo se ve muy bonito, pero luego hay que ponerlo en negro sobre blanco, y bien puede ocurrir que las piezas que encajaban perfectamente en nuestra imaginación hagan aguas por doquier al intentar plasmarlas en palabras, o que los diálogos que debían ilustrar perfectamente el dilema en juego nos queden tan confusos que ni nosotros comprendamos cuál era nuestra intención inicial. Por tanto, conviene que lo primero que escribamos sea el final (y los otros puntos críticos de nuestra narración) y, si aún nos convence, sigamos adelante con las secciones menos delicadas (y seguramente más agradecidas) de nuestra trama.

Pues hala, ahí queda: hay que empezar la casa por el tejado.

jueves, 28 de marzo de 2013

Supersticiones a la venta

Acaba de llegarme la noticia de que ya está a la venta el número 13 de Calabazas en el Trastero: Supersticiones, que como ya comenté contiene un relato mío, Arúspice.

Creo que el orden definitivo de los relatos no es el que aparece ahí, o por lo menos no suelen organizarse alfabéticamente como en esa lista. Pero no me quejo, al menos así mi relato destaca ;-)

Por ediciones anteriores de los Calabazas estoy convencido de que la calidad media de las historias va a ser muy alta, así que os animo a darle una oportunidad. El precio del libro es de 7€ (nada mal para 162 páginas), y espero que pronto aparezca en otras librerías online como Cyberdark.

jueves, 21 de marzo de 2013

Paraguas

Para no encasillarme como juntaletras de lo meramente terrorífico (un poco tarde para eso, ¿no?) os ofrezco un micro con un toque romántico. Son trescientas palabras justas, título incluido.

Como veréis, está escrito en presente. Habría mucho que hablar sobre las ventajas y dificultades de este enfoque, que cansa más al lector que el pretérito y que por lo tanto sólo suele funcionar en relatos cortos que avanzan rápidamente hasta la conclusión. Otro cantar sería el presente histórico, usado puntuamente dentro de una narración en pasado (aunque hay quien equipara el presente histórico con este presente narrativo, yo discrepo).

Ya callo, espero que os guste.

Paraguas

Hoy me he entretenido demasiado y al salir a la calle ya chispea. ¡Justo entonces caigo en la cuenta de que no llevo paraguas! Recuerdo con pesar que me lo he dejado en el paragüero de casa, precisamente porque estaba empapado tras la lluvia de ayer tarde, y esta mañana se me ha olvidado cogerlo. A mí, que siempre salgo con un paraguas hasta en pleno agosto, por si me pilla una de esas raras tormentas de verano. ¿Cómo he podido ser tan despistada?

En fin, me digo que un poco de agua tampoco me va a hacer daño y echo a andar decidida. Pero el camino que tengo que hacer es largo y empieza a llover con más fuerza. Como siempre ocurre, enseguida aparecen personas que brindan cobijo bajo sus paraguas a los viandantes desguarnecidos. Gente solitaria, me imagino. Por descontado, rechazo sus ofrecimientos amablemente pero con firmeza.

Cuanto más me aproximo al centro, más llueve y más gente hay ofreciendo paraguas. Me estoy calando. Paso entonces junto a un hombre con dos paraguas abiertos, uno en cada mano, y debajo de cada uno una chica cogida alegre a su brazo. ¡Menudo aprovechado!

La lluvia arrecia y me veo obligada a refugiarme en un soportal. Por desgracia muchas otras personas han tenido la misma idea y el espacio es escaso e incómodo. En cuanto parece que amaina me decido a salir, pero no, enseguida vuelve a caer con fuerza. No puedo aguantar más; si no encuentro cobijo pillaré una pulmonía. Busco al menos entre la multitud a un chico con cara de buena persona y acepto su ofrecimiento. En cuanto la tela de su paraguas me pone a cubierto, empiezo a encontarlo atractivo.

Qué le vamos a hacer. Nadie puede evitar enamorarse bajo el paraguas de un desconocido.

La ilustración es de Dmitry Narozhny, un magnífico artista. Visitad su galería en Deviantart.

martes, 12 de marzo de 2013

Los Micros de Cthulhu (I)

En los foros de Leyenda.net hemos organizado estas últimas semanas Los Micros de Cthulhu, una recopilación de microrrelatos lovecraftianos creados por los participantes. Es un proyecto abierto, sin criterio ni cortapisas, un poco a ver qué sale. Y han salido cosas curiosas, la verdad.

Ahora los puliremos un poco y pronto los subiremos todos juntos en formato cómodo para su lectura (para empezar PDF y ePUB, pero seguro que otros también). Todo libre y gratuito, por supuesto. Y si hay ganas organizaremos una segunda tanda, por qué no.

Os dejo con uno de mis microrrelatos para Los Micros de Cthulhu, en este caso de claro mensaje navideño.

Bocas que alimentar

—Señores, una limosna, tengo bocas que alimentar…

Fue entonces cuando la elegante pareja, cargada de bolsas navideñas, reparó en la mujer envuelta en sucios harapos que les tendía su mugrienta mano a la salida del centro comercial. Ella apartó instintivamente el bolso de su alcance y él respondió socarrón:

—Pues haber usado condón, no voy a tener que mantener yo a tus hijos si no puedes hacerlo tú misma.

Se marcharon riendo bajo la iluminación navideña que colgaba por encima de la calle. La pordiosera prefirió ignorarles y siguió atenta por si salía alguien más caritativo, pero vio con su ojo bueno que un par de guardias de seguridad se dirigían hacia allí. Sabedora de lo que vendría a continuación, optó por alejarse renqueando hacia una zona más oscura.

De madrugada, el callejón de la parte posterior solía llenarse de gente que se peleaba por la comida caducada que sacaban del supermercado. Pero a esas horas todavía estaba tranquilo y desde allí podía observar discretamente la entrada, a la espera de que fuera seguro regresar. Por desgracia, los guardias se quedaron allí a echar un pitillo y charlar, y mientras tanto ella no podía volver. De pronto se retorció, mordiéndose los labios para reprimir un grito, incapaz de resistir más tiempo el aguijón del hambre.

Oyó entonces voces al otro extremo del callejón. Ligeramente recuperada, tomó una piedra de los escombros y se acercó pegada a la pared. Reconoció a la pareja de antes, que guardaba las bolsas en el maletero de un elegante coche. Debían de haberlo dejado allí para ahorrarse el aparcamiento. Sin pensarlo, se acercó a ellos por la espalda y le abrió la cabeza a la mujer antes de que ésta pudiera volverse siquiera. Mientras el cuerpo caía inerte sobre el asfalto, la indigente se aproximó al hombre con una mirada trastornada en los ojos. Él, asustado, le lanzó un golpe al pecho, pero cuando su puño se hundió entre la ropa andrajosa, fue él quien lanzó un grito. Sacó aterrado su mano, que ahora sangraba profusamente, y observó anonadado que le faltaban dos dedos y la última falange de otro, crudamente aserrados. Se apoyó contra el coche, acorralado, tratando de contener la hemorragia. Ella se acercó aún más mientas apartaba sus repulsivos andrajos, y así el hombre pudo ver bien de cerca las bocas deformes que se abrían en varios puntos de su demacrado cuerpo, de cuyos sus afilados dientes goteaba ya saliva ante el banquete que se les ofrecía.

—Se lo advertí.

viernes, 22 de febrero de 2013

Calabazas en el Trastero: Especial Mitos de Cthulhu

Todo se ha agolpado estas últimas semanas, pero puedo asegurar que este es el asunto que me va a tener muy ocupado durante los próximos meses.

Dado el éxito del número de Calabazas en el Trastero dedicado al Horror Cósmico (éxito relativo, porque ya sabemos lo minoritario que es este género), la editorial Saco de huesos le propuso a Leyenda.net (la página dedicada a Los Mitos de Cthulhu de la que soy orgulloso creador) coordinar juntos una nueva antología de relatos que se publicará como un número especial de Calabazas en el Trastero.

En este caso, y para distinguirnos tanto del número de horror cósmico como de tantas novelas y antologías que están saliendo actualmente con esta etiqueta y que tienen de lovecraftiano lo que yo de cura, la selección va a ser estrictamente de los Mitos de Cthulhu. Por supuesto que ese "estrictamente" no deja de ser en parte subjetivo, y desde luego se va a valorar la originalidad en los planteamientos de los relatos. Lo que se pretende es evitar esas reacciones "WTF!" que asaltan al aficionado a los Mitos cuando se topa con ciertos relatos supuestamente cthulhoideos.

Aquí tenéis las bases de la convocatoria. Espero que se anime mucha gente a participar; os mantendré informados.

jueves, 21 de febrero de 2013

Arúspice

Y llegamos a la noticia que me decidió a abrir el blog, la selección de mi relato Arúspice para ser publicado en la antología Calabazas en el Trastero: Supersticiones. Sí, es el número siguiente al de Horror Cósmico, en el que apareció Las estrellas están en posición. Los resultados del certamen están colgados en diversas páginas de la red de redes, por ejemplo esta de Sevilla Escribe, que es la más elegante que he visto. Todavía no hay portada, por lo que aún no puedo decorar esta árida entrada.

Arúspice (con una tilde que se ha extraviado en la lista enviada a los medios) es un relato que no tiene nada que ver con Lovecraft, y de hecho no contiene ningún elemento sobrenatural (¡no conviene encasillarse!). En él, un hombre aquejado de una grave enfermedad busca en la medicina alternativa su última esperanza. Espero que os guste; el libro debería salir a la venta el mes que viene (marzo 2013), y como todos los Calabazas costará la mísera cifra de 7€.

Se podría decir que tengo suerte con las convocatorias de Calabazas (aunque antes de estos éxitos sufrí un justificado rechazo para el tomo de Empresas). Pero más bien creo que la cosa obedece a cierta afinidad de estilos, a una querencia de la Biblioteca Fosca por lo que se ha venido a llamar el quiet horror, la vertiente por la que yo me inclino cuando me pongo a escribir terror y que está muy alejada de la casquería y la violencia en primer plano que tanto abundan hoy día. Ojalá perdure esta sintonía.